Cuando persigues tus objetivos... sin recompensa
Los resultados siempre son honestos
Los resultados no engañan. Aunque no te gusten. Puedes pensar que no hacen justicia a tu esfuerzo y dedicación. Es posible que no cuenten toda la verdad. Pero los resultados son sinceros: si no son los que esperabas es que no has hecho lo que debías hacer.
Es más fácil decirlo que hacerlo, pero es importante aceptar las cosas como son, analizar los datos como simple información (dejando a un lado las emociones), reconocer que el retorno obtenido depende, principalmente, de lo que has aportado y responsabilizarte por los resultados conseguidos.
Sólo a partir de ahí podrás trabajar para hacer los ajustes necesarios, mejorar tu desempeño, progresar y alzanzar las metas que te propongas..

3 cosas que necesitas para alcanzar tus objetivos
Hay un patrón que se repite entre aquellas personas que alcanzan el éxito y que consiguen lo que se proponen. Aún a riesgo de simplificar mucho, me atrevería a decir que estos “triunfadores” cumplen estos tres puntos:
- Saben QUÉ hacer
- Saben CÓMO hacerlo
- Lo HACEN repetidamente en el tiempo
Saber qué hacer, tener la habilidad para hacerlo y ser capaz de hacerlo regularmente son tres cosas muy distintas. Si no cumples los tres puntos anteriores es poco probable que consigas los objetivos que te has marcado y/o que se mantengan en el tiempo.
Vamos a desarrollar un poco más cada uno de ellos, ver algunos ejemplos de cómo se manifiestan y pensar en algunas posibles soluciones.
Paso #1: Saber QUÉ hacer
Descubre qué necesitas para alcanzar tus objetivos
Una vez tienes claro tu objetivo y, suponiendo que tus expectativas son realistas (en otro post hablaré sobre esto), es el momento de establecer el plan de actuación. El primer paso es conocer qué necesitas hacer.
Pregúntate ¿Qué necesito hacer que todavía no estoy haciendo? ¿Qué debo dejar de hacer? ¿Hay alguna cosa que debería hacer de forma diferente?
Algunas personas ya saben la respuesta a estas cuestiones. Si este es tu caso, entonces céntrate en trabajar los pasos 2 y 3, para llevar ese conocimiento a la práctica.
Pero la gran mayoría no sabemos con certeza qué necesitamos hacer para alcanzar nuestros objetivos. Mi experiencia me dice que, dentro de esta mayoría, hay tres casos o situaciones:
Los que no saben qué hacer
Muchas personas no saben que algunos de sus hábitos pueden estar interfiriendo en sus objetivos, no son conscientes de lo que hacen habitualmente ni del impacto que tiene en el resultado y/o desconocen qué necesitan hacer para alcanzar aquello que desean.
Los que están perdidos
Estas personas saben que deben hacer algo distinto a lo que están haciendo, aunque desconocen exactamente el qué. Han escuchado tantas cosas y tan distintas que están confundidas. Y la duda, la inseguridad de no saber qué camino seguir, lleva a no hacer nada.
Otra forma de manifestar esta duda es ir saltando de un “método”, “plan” o estrategia a otro: “Ahora hago ayuno intermitente… ahora pruebo con los batidos de proteínas… ahora elimino los carbohidratos…”. Esa ilusión de que el próximo intento será el definitivo es una muestra de las dudas que arrastran, de lo poco que confían en el proceso y/o de la poca paciencia que tienen.

Los que están equivocados
Tienen muy claro lo que deben hacer, son determinadas en sus acciones, no se dejan convencer ni aceptan otros puntos de vista sobre la forma de hacer las cosas, incluso las ponen en práctica con regularidad… pero los resultados les niegan la razón.
Un ejemplo es el caso de aquella persona que quiere adelgazar y está convencida de que los carbohidratos son el demonio reencarnado en forma de nutriente, por lo que prácticamente los ha eliminado de su alimentación. Como está estancada en su pérdida de peso, incrementa sus sesiones de ejercicio aeróbico, pese a sentirse fatigada y con falta de energía.
Está atrapada en un círculo vicioso por culpa de sus creencias, cuando hay una forma mejor de acercarse a sus objetivos.

Algunas ideas para saber QUÉ hacer
Acude a un profesional que te asesore
Lo primero que necesitas es acudir a una fuente de información fiable, y no al entrenamiento o dieta de moda, o a los consejos “sensacionalistas” que pueden parecer lógicos y son atractivos pero que carecen de fundamento, son difíciles de poner en práctica y de mantener en el tiempo.
La mejor opción para resolver todas tus dudas es consultar con un profesional.
No necesitas una “solución teórica a tu problema”, sino una solución que tenga en cuenta tus características, preferencias, capacidades y tu contexto y realidad actuales. Dicho de otra forma, saber lo que te conviene hacer (en teoría) no sirve de mucho si no encuentras una forma de llevarlo a la práctica en tu vida cotidiana. Un buen profesional te ayudará en esto.
Aquí te cuento 7 cosas que aprendí con mi dietista, por si te interesa mi propio caso.
Elimina el ruido a tu alrededor
Una de las mejores cosas que puedes hacer es limitar, reducir o directamente eliminar el exceso de información al que estás expuesto (especialmente en RRSS). Si confías (de verdad) en el profesional que te asesora y en sus recomendaciones, deja de buscar en internet otras alternativas. Pon en práctica el plan, confía en el proceso, sé paciente y céntrate en “HACER”.
Consejo: aplica esta “detox-información” a todos los ámbitos de tu vida. ¡Serás más feliz!
Sé humilde y paciente
Sé humilde para reconocer y aceptar que “saber qué hacer” no te sirve para nada si no eres capaz de ponerlo en práctica. No caigas en la falsa sensación de triunfo que te invade cuando has descubierto, por fin, la clave para conseguir tus metas. No te confíes ni te relajes: hasta que no pases a la acción, ese conocimiento es insuficiente para alcanzar tus objetivos.
Lo veo a diario: personas que te repiten que ya saben lo que deben hacer, y que incluso dan consejos o lecciones a otros… ¡pero no son capaces de hacerlo ellas mismas!.
Paso #2: Saber HACERLO
Yo diría que este es el paso clave para la mayoría de nosotros: somos conscientes de muchos hábitos que podríamos mejorar, estamos preparados y dispuestos a hacerlo, pero…
Es sorprendente la cantidad de personas que desean con todas sus fuerzas perder peso, tener más energía y vitalidad o verse mejor frente al espejo, saben qué deben hacer… pero no lo ponen en práctica.
Seguramente pienses que eso sucede por falta de fuerza de voluntad o de motivación, por pereza o comodidad… Y es posible que, en algunos casos, tengas “cierta” razón. Pero el poner en práctica el plan que tenemos diseñado para alcanzar nuestros objetivos no depende tanto de la fuerza de voluntad si no del saber CÓMO hacerlo.
Alcanza tus objetivos cambiando tus hábitos y costumbres
Para conseguir resultados distintos, necesitas hacer cosas distintas. Si no estás satisfecho con tu estado actual en alguna parcela de tu vida y deseas mejorarla, deberás aprender a hacer las cosas de forma diferente a la que habitualmente empleas.
Y no, no me refiero a hacer algo extraordinario. Si no a hacer las pequeñas cosas del día a día, aquellas que suman pequeños pasos en tu progreso, de la mejor forma posible. ¿Sabes cómo los pequeños hábitos pueden transformar tu vida?
Recuerda: saber QUÉ hacer y ser capaz de HACERLO son dos cosas distintas.

Aprende o desarrolla las habilidades que necesitas
Para ser capaz de HACERLO, para dominar el CÓMO, necesitarás poseer, desarrollar o aprender algunas habilidades. Si quieres tener un jardín bonito, no basta con leer libros, ¡tendrás que ensuciarte las manos de tierra!
¿Qué habilidades necesitas para conseguir tus objetivos? ¿Qué necesitas aprender para poner en práctica tus nuevos hábitos o costumbres?
Si quieres cambiar tu alimentación, tal vez debas aprender a organizarte y planificar con antelación las comidas, a cocinar recetas sabrosas pero saludables, a saber elegir los alimentos que te convienen cuando haces la compra o a mejorar tu “relación” con la comida.
Para ponerte fuerte, necesitas aprender la técnica de los ejercicios y conocer los principios básicos del entrenamiento con resistencias. Si quieres unirte al grupo de madres que quedan los martes por la tarde para jugar al baloncesto deberás saber jugar al baloncesto.
Aprovecha cualquier proceso de cambio para aprender cosas nuevas, desarrollar otras habilidades (o perfeccionar las que ya tienes) y ampliar tus recursos frente a la vida.
Algunas ideas para saber CÓMO hacerlo
Es el momento de llevar la teoría a la práctica. Y esto, como sabes, es todo un desafío. Aquí tienes algunas ideas que puedan ayudarte para que tus buenos propósitos, lo que sabes que “debes hacer”, se conviertan en acciones concretas.
Pide ayuda
Para aprender o desarrollar una habilidad acude a un profesional que te ayude en el proceso. No pierdas tiempo y energía intentando averiguar por tu cuenta lo que otros pueden enseñarte de una forma más fácil, rápida y directa.
Por ejemplo, si sabes que necesitas trabajar la fuerza 2-3 veces por semana para mejorar tu tono muscular e imagen corporal, puedes acudir a un entrenador personal para que te enseñe la técnica correcta de los ejercicios.
O si tienes poco tiempo y te cuesta organizar las comidas semanales, acudir un dietista-nutricionista o asistir a un curso de “batch cooking” podrían ser una gran inversión.

Sé concreto y específico
“Ser más activo”, “Comer más sano” o “Irme a dormir antes” no son acciones suficientemente concretas como para llevar a la práctica. ¿Recuerdas lo que te comentaba unas líneas más arriba? La duda te lleva a no hacer nada. Si tus próximas acciones no son claras y están bien definidas, es probable que termines por no hacerlas.
En su lugar, prueba con algo así como: “Los lunes, miércoles y viernes voy a volver caminanado desde el trabajo a casa”, “En cada comida y cena llenaré la mitad del plato con dos tipos distintos de verduras” o “A las 23:00 apagaré la TV, escribiré en mi diario las 3 cosas más importantes que voy a hacer al día siguiente y me acostaré a las 23:15”.
Empieza por lo que estés dispuesto a hacer ya mismo
La dieta o el programa de entrenamiento ideal, si existieran, no servirían para nada si no se siguen. Por este motivo es importante que te centres en la acción. ¡Empieza ya! ¿Y se te ocurre un plan mejor que empezar por aquello que estás más dispuesto a hacer ahora mismo?
¿Sería “ideal” seguir un programa personalizado en el gimnasio pero lo que te apetece es empezar con paseos al lado del mar junto a tu pareja? ¡Adelante! ¿Que deberías cambiar muchas cosas de tu alimentación pero estás dispuesto a eliminar ya mismo los refrescos de las comidas? ¡Empieza por ahí!
El objetivo es empezar a moverte hacia tus metas, de forma suave y con la menor fricción o resistencia posible. Una vez en marcha, podrás ir añadiendo otros cambios que no te resulten tan “apetecibles”.
Empieza pequeño
Si buscas una estrategia ganadora a largo plazo, empieza con los cambios más pequeños que puedas imaginar. Lo importante es empezar, romper la inercia y empezar a progresar. No es necesario cambiarlo todo de golpe, sino empezar a avanzar en la dirección que deseas.
Cuando empiezas un proceso de cambio la motivación suele estar por las nubes. Y, en ese estado de euforia, es muy fácil comprometerse con más acciones de las que eres capaz de realizar. ¡El papel lo aguanta todo! Pero si no “cumples” te sentirás mal y abandonarás.
¿Te planteas caminar una hora diaria? Empieza con 10 o 15 minutos cinco días a la semana. ¿Mejorar tus hábitos de sueño? Empieza por irte a dormir 10 minutos antes cada noche. ¿Que tus desayunos sean más nutritivos? Cambia el desayuno de un único día a la semana.

Establece un sistema de valoración y feedback
¿Cómo sabrás que estás cumpliendo con tu plan y que avanzas hacia tus objetivos? ¿Cómo vas a analizar tu desempeño, ver qué estrategias te funcionan o identificar aquellos aspectos que requieren una mayor atención por tu parte?
Si quieres progresar en cualquier ámbito, además de marcarte objetivos y poner en práctica algunas acciones que te acerquen a estos, debes disponer de un sistema de valoración y retroalimentación.
Una reunión periódica con tu nutricionista o entrenador, una app que registre datos de tu desempeño o evolución, un diario en el que marques como completadas las tareas y acciones que te habías propuesto, escribir un blog o compartirlo con tus conocidos, pueden resultarte útiles para mantener el rumbo o hacer los ajustes que precise tu plan de acción.
Paso #3: HACERLO consistentemente
Si has superado los pasos anteriores, ya tienes mucho ganado. ¡Felicidades! Si ya tienes la habilidad o capacidad para llevar a la práctica aquello que debes hacer, es el momento de centrarse en buscar estrategias que te faciliten el repetir esas acciones más veces y con mayor frecuencia.
Es la consistencia, la repetición de esos hábitos o costumbres, lo que te permitirá alcanzar los objetivos que te hayas propuesto.
Procura funcionar en "modo automático"
Así pues, la idea es encontrar fórmulas que te permitan ser constante y regular con tus nuevas prácticas, minimizando la fricción o resistencia y facilitándote la repetición de estos nuevos hábitos.
Te interesa que esto suceda de la forma más automática posible, prácticamente sin darte cuenta. Si necesitas estar en un estado de alerta permanente, pensar conscientemente en todas tus decisiones y acciones cotidianas o requieres de tu fuerza de voluntad para “hacer lo que debes”, este proceso generará mucha fricción y terminarás por abandonar, exhausto de tanto esfuerzo.
Algunas ideas para hacerlo CONSISTENTEMENTE
Aquí tienes algunas sugerencias que pueden serte de ayuda para ser regular en la práctica de tus hábitos y costumbres recién adquiridos. Explora, busca otras distintas, experimenta y quédate con todas aquellas que mejor resultado te den.
Planifica en lugar de improvisar
¿Te has parado a pensar alguna vez cuánto tiempo dedicas a planificar aquellos aspectos de tu vida que deseas mejorar, como la alimentación, el descanso, la actividad física, la gestión del estrés, el desarrollo personal o tus finanzas personales? Poco o nada, ¿verdad?
Seguramente en tu trabajo no dejas lugar a la improvisación. Tal vez dedicas más tiempo a planificar las vacaciones de verano o el cumpleños de tu hijo que tu propio desarrollo y crecimiento personal para los próximos años.
¿Qué es más importante que tu salud, bienestar, rendimiento y desarrollo personal? ¿Acaso no vale la pena invertir algo de tiempo en recuperar el control sobre estos aspectos de tu vida?
La preparación siempre vence sobre la fuerza de voluntad. Para ganar, ¡prepárate y planifica!.
Planifica tu menú y compra semanal, prepara con antelación tus comidas, reserva en tu agenda tiempo para actividad física y ejercicio, prepara la bolsa del gimnasio la noche anterior, …

Lleva un diario o registro
Como te comentaba unos párrafos más arriba, llevar un diario o registro puede resultarte muy útil para saber cómo evolucionas, ver cuál es tu constancia y regularidad, identificar patrones o situaciones en las que sigues (o no) con tu plan o para marcarte objetivos de desempeño (p.e. los pasos que has caminado esta semana respecto a la anterior, las horas de sueño semanales o en cuántas comidas principales has llenado medio plato con verduras y hortalizas).
Crea un sistema que te funcione
Establece, poco a poco, una forma (diferente) de hacer las cosas, crea tu propio sistema. Aprovecha tu experiencia con aquellas prácticas que hayas probado, y ves añadiendo aquellas estrategias que te sean útiles y que te faciliten el seguir tu plan. Modifica o elimina aquellas que, por el contrario, te dificulten u obstaculicen en tu proceso de cambio.
Verás que, de forma progresiva, casi sin darte cuenta, irás dibujando tu propio sistema, el que funciona para tí y que te permite funcionar en automático.
El objetivo final es que te conviertas en el mejor experto sobre tí mismo.
Modifica el entorno
El entorno, lo que hay a tu alrededor, juega un papel determinante en la mayoría de las cosas que haces, sin ser consciente, en tu vida cotidiana. Esto es algo que saben muy bien los especialistas en marketing y publicidad (y los que organizan los estantes de los supermercados).
Lo que tienes a la vista en la cocina, lo que ves cuando vas a hacer la compra, tus amigos o compañeros de trabajo, lo que consideras “normal” por lo que aparece en la TV o en las RRSS… Todo esto influye en las decisiones que tomas y, por tanto, en tus acciones.
Aunque creas que tú tienes el control, y que decides qué quieres hacer, muchas veces no es así. El libro “Mindless eating” de B. Wansink, recoge decenas de ejemplos de cómo el entorno afecta en lo que comemos sin que seamos conscientes de ello.
Elige tu compañía y modifica tu entorno para que jueguen a tu favor, que te faciliten hacer las acciones que quieres repetir con más frecuencia y te dificulten hacer los hábitos que estás intentando dejar (en un próxima entrada hablaré sobre cómo modificar el entorno).
Hazlo acompañado
Una de las estrategias más potentes para ser regular con tus buenos propósitos es hacerlo en compañía. Busca a algún familiar o amigo que esté en tu mismo proceso, queda con un entrenador personal para hacer tu programa, participa en actividades o deportes colectivos o únete a grupos o comunidades virtuales que compartan tus mismos objetivos.
Comprometerte frente a otros, compartir experiencias, resolver dudas, celebrar los pequeños triunfos, dar y recibir apoyo en los momentos de bajón y disfrutar del proceso, son muchas de las ventajas de tener un amigo, entrenador, grupo de soporte o comunidad a tu lado.

Celebra todas las "mini-victorias"
Cambiar no es fácil. Debes desarrollar o aprender habilidades nuevas para ti. Además, requiere de tu compromiso, determinación y esfuerzo.
Por eso, debes sentirte orgulloso por cada paso que des hacia tu objetivo. Reconoce tu progreso, felicítate y celebra cualquier “mini-victoria”. Puedes, por ejemplo, escribir en tu diario dos o tres cosas que has aprendido, has conseguido o de las que estás satisfecho de tu día (o semana). O compartirlo en las RRSS (a lo mejor te sorprendes com el apoyo que recibes).
B.J. Fogg, en su excelente libro Tiny habits nos da ideas prácticas para introducir pequeños hábitos que perduren en tu vida y ejemplos para celebrar cada mini-victoria.
Para terminar
Ahora ya sabes porqué no es suficiente con saber qué hacer para alcanzar tus objetivos. Si no lo pones en práctica ni eres capaz de hacerlo de forma regular, consistente y mantenida en el tiempo, tus objetivos continuarán siendo poco más que sueños inalcanzables.
¿Qué piensas?
¿Te has visto reflejado en algún punto de los anteriores? ¿Eres de los que saben “qué hacer” pero te cuesta horrores ponerlo en práctica?
¡Me gustaría leerte en comentarios!
Nota: si te interesa este tema, no te pierdas esta otra entrada que escribí hace unos meses: “Para conseguir un objetivo…¡mejor olvídate de él!“
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