Alcanzar (o no) un objetivo es el resultado de tus acciones
Imagina que eres el entrenador de un equipo de baloncesto. El baloncesto es un deporte en el que gana el equipo que consigue más puntos que el rival. Así pues, vuestro objetivo es ganar el próximo partido. También podríais aspirar a ganar el campeonato de vuestra categoría. En cualquier caso, podríamos decir que el objetivo es encestar más canastas que el rival y/o conseguir más puntos que el resto de equipos, ¿verdad?.
¿De qué sirve estar todo el partido pendiente del resultado que aparece en el marcador? ¿Os acerca más a vuestro objetivo de acabar ganando el partido? ¡Por supuesto que no! La victoria es el resultado de hacer las cosas bien, tanto en los partidos como durante los entrenamientos. Es la única forma de mejorar cada día y es aplicable tanto en el deporte como en cualquier faceta de la vida. Haz las cosas bien hechas, juega bien, y el marcador ya se cuida de sí mismo.

Estar pendiente de la báscula no te hará perder peso
Ahora imagina que quieres perder grasa y mejorar tu composición corporal. ¿Qué determinará que lo consigas o no? ¿Estar pendiente del peso que muestra la bácula cada día (y de sus fluctuaciones? ¿O centrarte en las cosas que necesitas hacer para conseguir el cuerpo que quieres? Sin duda, esto último.
Poner el foco en la meta no te garantiza que llegues a alcanzarla. Seguramente ya sabes que esto es así porque lo has experimentado antes en alguna situación, ¿me equivoco? En cambio, si pones tu atención y energía en hacer lo que debes y no prestas atención a tu meta, ¿crees que podrías alcanzarla? Pues es bastante probable. Si comes mejor, eres más activo y entrenas con regularidad mejorarás tu imagen y composición corporal.

Los 4 problemas de los objetivos
James Clear, en su libro “Atomic Habits”, apunta a cuatro problemas que tienen los objetivos cuando lo que buscas en realidad es hacer cambios en tu manera de hacer las cosas, en tus hábitos o en tu estilo de vida.
Ganadores y perdedores tienen el mismo objetivo
Volviendo al ejemplo anterior del baloncesto, ¿crees que tener como objetivo ganar el partido o el campeonato es suficiente para progresar y avanzar hasta alcanzarlo? No. Los demás equipos seguramente tienen el mismo objetivo. Al final del partido o de la temporada, sólo un equipo habrá cumplido su objetivo.
Por tanto, el objetivo no es lo que diferencia a las personas que triunfan, que tienen éxito o que consiguen lo que se han propuesto de las que no alcanzan sus metas. Las primeras han sido capaces de establecer un sistema de pequeñas y constantes mejoras que les han permitido alcanzar un resultado distinto.
Alcanzar tu objetivo es sólo un cambio momentáneo
“¡Bien! ¡¡Por fin estoy por debajo de los 78 kg!!” ¡Felicidades! Y ahora… ¿qué?.
Conseguir algo que te has propuesto, y que te ha costado esfuerzo, es muy satisfactorio. Pero tiene un inconveniente: es sólo un cambio momentáneo. La alegría no durará, ese resultado no se mantendrá si no has establecido una nueva forma de hacer las cosas, unos nuevos hábitos.
Es contradictorio pero es así:

Los objetivos pueden limitar tu felicidad
Damos por supuesto que alcanzar una meta nos proporcionará un determinado grado de alegría o felicidad. Lo que ocurre es que estamos retrasando nuestra felicidad a un “hipotético” futuro cercano. Tal vez no estás disfrutando del proceso de cambio, de los entrenamientos (en el caso del ejemplo del baloncesto) o de un estilo de vida más sano y activo (en el caso de la pérdida de peso), con la esperanza de que algún día alcanzarás ese estado de satisfacción. “Cuando consiga mi meta, entonces podré relajarme y disfrutar.” – piensas.
Este tipo de planteamiento conlleva un riesgo: es una apuesta al “todo o nada”. O consigues tu meta y eres “feliz” o no la consigues y te sientes decepcionado. Por este motivo es preferible enfocarse en un sistema, en unos procesos, hábitos y estrategias, que te proporcionen una cierta satisfacción a lo largo de todo el camino.
Los objetivos no aseguran el éxito a largo plazo
Lo he visto muchas veces. Y seguramente tú también has pasado por esto. Trabajas duro durante un tiempo, alcanzas tu objetivo y… ¡dejas de moverte! Es el efecto yo-yo. Meses de preparación para una maratón y una vez hecha, dejas de correr. Si el objetivo era tu motivación, al desaparecer tu objetivo ya no tiene sentido seguir saliendo a correr.
Como dice Clear
Por este motivo, muchas personas regresan a sus hábitos anteriores una vez alcanzan su objetivo.

Entonces, ¿no sirve de nada marcarse objetivos?
¡En absoluto! Es importante fijar metas que alcanzar. Establecer objetivos es necesario para tener una dirección, un punto hacia donde dirigirte. Pero eso no es suficiente. Establecer un sistema es lo que te ayudará a avanzar hacia tu destino. Lo que haces regularmente (tus sistemas, tus hábitos) es lo que te hace progresar. El problema está cuando pasamos mucho tiempo pensando en los objetivos y no el suficiente en diseñar la estrategia que nos permitirá progresar y alcanzarlos.
Si estableces un sistema que te permita comer de una forma saludable, tienes un estilo de vida activo y entrenas con la frecuencia e intensidades necesarias, lo más probable es que cambies tu aspecto físico. ¡Incluso si nunca te pesas, ni mides tu perímetros corporales ni los pliegues cutáneos! Puedes ignorar completamente tus objetivos, centrate sólo en tus hábitos, y aún así seguir progresando hasta alcanzar el éxito. Por el contrario, poner tu foco en los objetivos no sirve de mucho si no estableces un sistema bajo el que operar.

Olvídate de los objetivos y céntrate en los sistemas (hábitos)
Un sistema es como un manual de instrucciones. Es tu guía desde el punto de vista operativo. Te ayuda a moverte en el día a día haciendo aquellas cosas que te acercan poco a poco hacia tu meta. Todas tus acciones cuentan. Todas tienen un impacto, mayor o menor, en los resultados que consigues. Por este motivo es esencial que dispongas de un sistema que sea tu mapa durante el trayecto.
Si quieres ganar un campeonato deberás centrarte cuidar los detalles de los entrenamientos, la alimentación y descanso de tus jugadores, trabajar aspectos técnicos, tácticos, psicológicos… “Juegas como entrenas“, suele decirse. No pretendas conseguir un resultado favorable si no has hecho previamente los deberes.

Crea un sistema que trabaje a tu favor, que te facilite hacer las cosas que necesitas hacer, con el que disfrutes durante el proceso, en el que cada pequeña acción sea satisfactoria en sí misma. Tú preocúpate en cuidar tu sistema, que el resultado ya se cuida de sí mismo.
Este es el poder que radica en los hábitos. Y ese el motivo que explica cómo los pequeños hábitos pueden transformar tu vida.
Yas sabes, si tienes un objetivo… ¡Mejor olvídate de él!
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