La preparación metal es un pilar fundamental para conseguir cualquier objetivo, sea de salud, rendimiento, estética o forma física. Y uno de los aspectos clave para una correcta preparación mental es el establecimiento de objetivos. No cabe duda que todos tenemos deseos, propósitos o metas en cualquier cosa que realizamos en nuestras vidas. Aunque en ocasiones no seamos conscientes. Igualmente, cualquier persona que inicia o está siguiendo un programa de entrenamiento debe tener un objetivo. Cierto, ¿no? Al fin y al cabo, si no sabes dónde quieres ir, ¡puedes acabar en cualquier sitio!
Alcanza tus objetivos
Lo que ocurre es que frecuentemente esos objetivos son más un deseo inalcanzable que otra cosa. Y algo que podría ser clave para mantener el compromiso, nivel de motivación y “enfoque” durante el proceso de entrenamiento, se acaba convirtiendo en una fuente de frustración, ansiedad y causa de abandono. ¿Cómo podemos fijarnos objetivos que sean una herramienta positiva que mantenga elevados los niveles de compromiso y motivación?
Una conocida y sencilla estrategia, muy popular entre profesionales, nos dice que cualquier objetivo debe ser SMART. (en inglés, “smart” significa inteligente, aunque en este caso es el acrónimo de varias palabras, como puede leerse más abajo).
Márcate objetivos “inteligentes” (SMART)
Siguiendo este principio, cualquier objetivo debe cumplir estos cinco requisitos para aumentar las posibilidades de que sean alcanzados:
- Específico (Specific): fijarse un objetivo muy concreto nos ayudará a identificar claramente nuestra meta y si estamos en el buen camino para alcanzarla. “Quiero perder peso”, “hacer algo de ejercicio” o “comer mejor” son ejemplos de objetivos poco definidos. “Quiero bajar tres quilos de peso”, “salir a caminar 3 días a la semana 45 minutos” o “tomar tres piezas de fruta diarias y reducir las bebidas azucaradas a dos semanales” sería mejores opciones.
- Medible (Measurable): si nos marcamos una meta que pueda medirse y ser cuantificada nos permitirá controlar cuál es le punto de partida y cómo voy progresando hacia mi objetivo. En la línea del punto anterior, “quiero adelgazar” o “tener un estilo de vida más activo” son menos recomendables que marcarse como meta “reducir un 1% mi grasa corporal” o “caminar 10.000 pasos diarios”.
- Alcanzable (Achievable): es importante que el objetivo que nos marquemos sea posible de alcanzar y que sea relevante (importante) para nosotros. Si mi deseo es tener las piernas de una top-model pero ni mi genética ni mis proporciones son las de ella, está claro que ese objetivo será inalcanzable y, al final me llevará a la insatisfacción y frustración.
- Realista (Realistic): relacionado con el punto anterior, pero también con el siguiente, un objetivo debe ser realista. Esto implica tanto el marcarse una meta alcanzable, como un plazo de tiempo razonable para conseguirlo. Además, debes tener en consideración las recomendaciones y evidencias científicas para respetar la fisiología del cuerpo humano. Un ejemplo podría ser “quiero bajar 4 kg de peso en 8 semanas (0’5 kg/semana)” frente a “quiero adelgazar 5 kg en un mes”.
- Con fecha límite (Time-bound): para ayudar a mantener el enfoque hacia el objetivo y que no decaiga la motivación debes fijar una fecha límite. Así, el esfuerzo que representa el proceso de entrenamiento se ve aliviado por la idea de que tiene un fin, que no es para siempre. Por ello es preferible marcarse objetivos intermedios si el objetivo final es importante o si requiere de bastante tiempo para poderse conseguir de forma segura. Como ejemplos: “En las próximas 8 semanas voy a acudir al gimnasio 20 veces” o “mi objetivo es participar en la carrera que se celebra el día X y correr los 10 km por debajo de 55 minutos”.
Ya sabes: para aumentar las probabilidades de éxito en la consecución de tus objetivos, ¡¡márcate objetivos SMART!!